Estuve en Nueva York
a comienzos de junio, justo antes del Mundial. Hacía unos años que no
hacía un viaje al exterior, exterior. Me pareció oportuna la fecha por dos razones: una,
porque era justo antes del Mundial (regresé el día de la fiesta de inauguración),
con lo que de alguna manera evité tanto mi ansiedad como la más insoportable de
los medios y las publicidades; la otra, que ese mes cobraba aguinaldo y algunas colaboraciones, con lo
que podría amortiguar mejor los gastos, dado que vengo acarreando algunos gustitos
de más.