martes, 20 de mayo de 2014

Epocas

En los dos mil leí con avidez los tres tomos de La voluntad. A la distancia, como ciertas películas, me parece que el libro envejeció muy mal. Hasta inocente parece. Tiene cosas loables, como las referencias de época, digo contextos: pasaba tal o cual cosa en la Argentina y en el mundo en ese entonces (mayo del 68, cordobazo, menesunda, rock y esas cosas).
Pero a su vez, ese contexto distrae, confunde, porque no está atado a la rosca cercana, a lo que pasaba en las bases: de dónde venían y hacia adonde iban y se encauzaban los futuros militantes, a los que se describe como justicieros brillantes ya desde niños, como si no hubiera de eso entre los infantes que serían futuros asesinos de estado. No se define bien, no se entiende que significaban los compromisos políticos. Ese abordaje se hace de manera despolitizada, como una marca de época del momento de escritura (noventa avanzados), donde la política es pecado, lo que lleva a reforzar desmedidamente lo emotivo (el rubiecito futuro montonero que le da un cacho de sánguche a un negrito). Lo que no era pecado era la ideología en tanto utopía (imposible, sin rasgos coyunturales y de posibilidad como existen hoy), con consecuencias como una mirada con ternura y lástima de los sueños de aquellos jóvenes ilusos.
Después me pareció oportuno leer cuestiones más analíticas, lo humano desvirtuaba. Entonces dí con un libro que recomiendo fervientemente para comprender verdaderamente el contexto de época de los guerrilleros, militantes o subversivos, como se los llamaba y llama no inocentemente según el término. Me refiero a Política y/o violencia, de Pilar Calveiro.
Vuelvo a La voluntad. Me parece que confirma mis opiniones el desandar de los autores del libro. Anguita se perdió en Radio Nacional y El argentino, mostrando sensiblería setentista pero sin asidero y pregnancia en el presente. Lo más parecido a ese anhelo de actualidad es cuando entrevista a alguno de La Cámpora. Pero es cosmética aparatosa. El caso de Caparrós es raro. Un escritor horrible, aburrido, pero que sabe escribir, y lo hace con entusiasmo y metódicamente, lo que no es poco. Pero le gusta llamar la atención. Entonces escribe de política argentina desde España, pero sin amagos de haber sido uno de los autores de La voluntad. Nobleza obligaría.
Ya con un poco más claras las ideas de contexto, por reflexiones, adultez y también gracias a libros –uno de larraqui, entre otros, ninguno de Reato, Majul, Yofre-, documentales –Pía López-, cine -pelis como Garage Olimpo, Los rubios, Crónicas de una fuga o Errepé-, me parece que las cosas están más claras para mí. (Aunque seguramente en unos años, si es que sigo entre nosotros, esto escrito me parecerá una pelotudez).
Este contexto me permitió situarme en una nueva instancia (ojalá no sea mía, sino de la sociedad, aunque suene soberbio). Entonces me topé con un libro de testimonio, pero distanciado o ascético y por eso lúcido, digo esto  pensando que fue escrito por alguien que sufrió en carne propia la prepotencia estatal, y lo más lejos que está es en ponerse de ejemplo, de ejemplificar ejemplificándose. Me refiero a un testimonio en el que el autor mantiene una distancia de reflexión casi inhumana dado lo inhumano que tuvo que vivir. Poder y desaparición es, una vez más, de Pilar Calveiro. Ella misma fue una detenida de la dictadura, y no se pone en foco a sí misma, insisto, sino que se sitúa como voz autorizada por la experiencia para analizar con humildad y sin revanchismos y con nobleza la situación y los testimonios y vivencias de otros sobrevivientes. Desde ahí, precisas, hondas reflexiones de la condición humana.
   


PD: No me puedo perdonar tantos paréntesis, son innecesarios. Ya lo decía ABC: alcanza con las comas.