miércoles, 3 de febrero de 2016

Libera tu mente (música)

Con la música me pasa algo que noté no es tan infrecuente en otras personas: forma parte de  mi pasado. Lo que quiero decir, en realidad, es que me quedé sin el anhelo de descubrir nueva música, algo que en alguna parte de mi vida (entre los 16 y los 30, arriesgo) fue una costumbre y un gozo. El fin de esta etapa coincidió con el inicio de la música electrónica y la baja en las acciones de aquello de las tribus rockeras, Cromañón mediante.  
La cosa es que mi manera de escuchar música no se renueva, siempre es lo mismo, con leves variantes, que tienen que ver con lo que ciertos amigos me hacen a escuchar. Entonces, con suerte puedo reconocer alguna canción de Belle and Sebastian o Artic Monkeys; y de acá a Bochatón, Flopa-Manza-Minimal, Pez, El Mató…, Go Neko, Guauchos, Los Campos Magnéticos, Onda Vaga y alguno más.
No obstante,  lo nuevo para mí ahora es principalmente lo “extra amigos” que pautan en los Cuarenta Principales, canciones pop tipo las del pibe Bieber, algo pop o rock pegadizo, o de música tropical, por decirlo de alguna manera.
Esto no me pasa con otras cuestiones de la vida, como en lo referente a la política, el cine o la literatura, “áreas” en las que estoy a tono -eso creo-, con lo que pasa, con lo que sale, con las críticas y tendencias; algo que a su vez me hace hurgar en el pasado y descubrir autores como Walser o Di Benedetto, tal cual como descubría en su momento bandas como Dead Kennedys.
Otra cosa. ¿Cómo se genera el gusto por la música? Para mí es una incógnita. Pero hay dos variantes seguras: una, cuando esta es “pegadiza”, tipo alguna parte de alguna pieza de Mozart o algún hit de los Auténticos decadentes. Otra, y está comprobado, se lo escuché decir una vez al Ruso Verea, por la repetición y rotación constante de la música en los medios (hablaba antes de los Cuarenta Principales).
Habiendo hecho estas aclaraciones y admitiendo que no sé ni lo que es un solfeo, me dispongo a comentar el segundo disco de Evil Cannibal, la banda de un amigo (para escucharlo gratis: https://evilcannibal.bandcamp.com/album/drive-your-mind , abonando $0 en buy).
En general uno escucha un disco y luego ve la banda; si la ve. En mi caso esta vez fue al revés. Concurrí a varios recitales, en los que paulatinamente presentaron las siete canciones que conforman Drive Your Mind, alternándolas con el anterior y primer disco de la banda, Constelación Entropía.   
Este proceso inverso hizo que me costara digerir el álbum (no tenía la posibilidad de repetición ni eran versiones “cuidadas” de estudio), lo que creo no es bueno ni malo; en todo caso, mejor ir catando de a poco.
Siendo una banda under, casi de garaje (no sólo por presupuesto, también en parte por su sonido libre y vibrante). Y ahí creo que para mí también fueron tomando forma las canciones (los espectadores como conejillos de india, como el mono que se mencionará más adelante), para conformar en su conjunto una obra no digo conceptual como el álbum 12 patologías de Massacre, pero algo concatenado de sentido, que se puede y conviene escuchar de corrido, según el orden propuesto no azarosamente por sus hacedores.
Otro aspecto a tener en cuenta, creo, es la voz en los temas. En los recitales yo le reclamaba a Fernando que a su vez le reclamara al sonidista que le diera más entidad a su voz, que a veces quedaba como un murmullo gritón (valga el oxímoron) dentro de las canciones. Más allá de algún ajuste de sonido de recital a recital, ahora entiendo que era a propósito. La voz en Evil Cannibal opera como un instrumento, es uno más. Un buen ejemplo de ello es el primer tema, que da nombre al álbum. En este resuena una frase “Tu mente determina tu campo de visión, mirar para otro lado nunca es la solución”. No es necesaria una letra hecha y derecha. Con una frase y algunas palabras más alcanza. Ciertamente, las letras de Evil no apelan o apuntan a lo poético como en Spinetta o los Babasónicos; pero tampoco a la arquitectura rítmica como en Cerati. Se trata más bien de frases que resuenan, lo mismo que la música (“ruidosa” en el mejor sentido de la palabra), como decía.
A veces, como en el tema del mono astronauta (flor de temática: el germen del país que no pudo ser, lo ingenuo del asunto visto en restrospectiva; todo un concepto verdaderamente vintage –ya que se usa tanto esa palabra y es moda- ahí), la aceleración rítmica pide pogo, pues machaca a lo punk. El video del mentado mono mientras suena la canción resulta entonces inmejorable. El es todo inocencia, mientras los científicos sesentosos se toma en serio un proyecto que no prosperará.
Fer, cantente y bajista no es un pibe, ronda los 35, pero sus coequipers son un tanto más jóvenes. En temas confirmo que, teniendo algunos más que el más longevo de ellos, cuando yo soy hijo de E.T. y Martes 13, ellos lo son de Tarantino; pero no se quedaron con la obra del ex empleado del videoclub; Tarantino fue un disparador que seguramente los llevó a reconsiderar a Pappo como un héroe minimalista del viejo rock; una suerte de Machete. Pero también el ruido y crudo glamour de los V8 (recomiéndoles a los chicos ver Mad Max de los 80 si no lo hicieron, cosa que creo poco probable). Pero eso no les impidió mezclarlo con sonidos más sutiles, aunque siempre resonando, que me parece mejor que vibrando en el caso de esta banda.
También el disco se puede escuchar como la banda de sonido de una road movie (de hecho el último tema homenajea a una de estas). Una carretera a todo motor, llenas de historias estrafalarias, pulp, y de sensaciones más que de sentidos.
Escapista, el segundo tema, comienza lento y grave (si la voz es el instrumento de las sensaciones, el bajo y la batería, esta última a cargo de Andrés, son el alma del sonido en esta banda), pero en vez de velocidad en cada segundo la canción va tomando armonía. Resulta fundamental en esa operación la guitarra (a cargo de Gonza y Martín), que parece amigar todo, convirtiéndose en el resabio lúdico del sonido, sin tomar protagonismo típico de muchas bandas de rock. Eso permite, a su vez, que el tema suba y baje (en una parte parece que va a terminar, pero nada que ver). No hay voz en este tema, no era necesario ese instrumento. Buena elección.
Hablaba de temáticas conceptuales: escapista nos lleva a Houdini (nuevamente ver comentarios debajo), diversión popular despreciada por la alta cultura, que se revaloriza y resignifica esta vez en estado de rock. Cultura de masas, la familia argentina que comienza a colonizarle la playa a la oligarquía en Mar del Plata.
La voz se torna más aguda y limpia en Tormenta de mar, donde pese a las tempestades algo de surf rock descubro, o creo descubrir. Al fin y al cabo, al igual que en las obras de artes plásticas, uno ve lo que ve, no es lo mismo necesariamente de lo que el o los autores plantearon.
No todo es ruido musical ni carretera salvaje en el álbum. Hay matices, como en La belleza del error, que tiene un comienzo muy prolijo, casi a lo Soda Stereo, aunque luego la voz (esta vez a cargo de Gonza) nos avisa, casi nos grita, que se trata de Evil Cannibal.
Los dos últimos temas son instrumentales. Y también desde sus nombres, con tanta identidad se dice mucho, se ahorran palabras que llevarían a letras innecesarias. El penúltimo, Kandisky nos recuerda que esa pared de sonidos tiene variantes cuasi “cromáticas”, que tenemos que discernir. O sea, no es una banda rolinga cuadrada y chillona; pero lo aparenta desde su visceralidad. Date cuenta o jodete. El tema, a su vez, nos va adelantando el fin del viaje (el arte de tapa, a cargo de Nicolás Whelan, también nos habla de todo este desandar).
Llegamos al corte final. Monte Hellman, en honor a un director de clase B (no por la calidad sino por la falta de recursos en producción, tal vez, en espejo con la banda), en cuyo desenfado y su aparente minimalismo (hay mucho detrás de los acordes, casi tanto como en los silencios del protagonista de la película de Hellman) resume todo el disco, con lo que podría ser haber sido el primer tema, ya que en el orden en que están dispuestos todos forman un todo, como se dijo al principio. Principio, y ahora el final. 

A propósito de lo escrito, algunos links para curiosos: 

Video banda: https://www.youtube.com/watch?v=DFMgK9vHtas

Mono:  https://www.youtube.com/watch?v=fCDijcUBVN8