17 abril,
2013
Hoy (era abril, como se especifica arriba, digo ahora en diciembre) recibo
por email un curso la invitación a un curso de redacción corporativa. Estoy en
el mailing de una empresa que hace textos para empresas (house organs, libros a
medida, flyers, etc), y uno de los que lo dictarán es el dueño de esta empresa.
Hice algunos trabajos para él/ella. Recuerdo tres, pero me referiré a dos, ahora. El primero estuvo
relativamente bueno, y bastante divertido: un libro para un colegio cheto de
zona norte. Cumplía 50 años y querían hacer una semblanza del pasado de la
institución: historia, actualidad, alumnos famosos, hitos, y esas cosas. Los
otros dos tuvieron sus particularidades, por decirlo de alguna manera.
Los
menciono cómo vienen a mi memoria ahora, pues no sé cuál hice primero. Todos, los realicé hace no más de 5 años. Y ahora estamos en 2013, así que, bueh, pasó el time.
Uno de
ellos fue para el Banco Río. Desde el principio me cayó mal, pues era el banco
para el cual trabajaba una esquiva mujer del que no tengo el mejor recuerdo
sentimental. El Río. En fin. La misión consistía, año 2008 según mis cálculos, en
cubrir una “caminata saludable”, que partiría de la sede central del banco, a
metros de Casa Rosada, con lo que de movida constituía un desprecio espacial (espacio
físico) para el staff de las diversas sucursales (entre esos lectores estaría
aquella ex). El grupo exiguo, todos se sentían medio ridículos, partió
encabezado por el jefe de recursos humanos. Casi un apriete. La veintena de
personas se conocía. El único colado era yo. Mi misión, como ya dije, era
cubrir la caminata, que por sus características se prestaba para una edición de
un minuto de imagen y sonido. No daba para otra cosa. Pero me habían tirado el
muerto de escribirla y lo tenía que resolver. Caminé junto a ellos, que algún
comentario me dedicaron algunos, seguro, y otros por lo menos por curiosidad:
¿y ese quién es? Yo era el distinto, el que desconocía, pero también era el
inquisidor. Así que con cada abordaje me daba vergüenza preguntar por algo a lo
que se le notaban mucho las costuras; o sea, una iniciativa que no había tenido
muchos seguidores, y en la que todos estaban al tanto que se trataba de hacer
una puesta en escena en pos de la imagen de la empresa, más que por alguna
secreta generosidad hacia los organismos vitales de los empleados. Pese a la
característica seguridad de grupo, los pocos abordajes directos que me atreví a
hacer con el arma (un pequeño grabador), recibí como respuesta una testimonio
honesto dentro del discurso que yo buscaba. El ser humano es obediente, bueno,
en general. Se aprovechan de mi perdidismo, saqué como conclusión. Fin.
El otro
trabajo era constatar los beneficios que una empresa, Siderar, le otorgaba a
una comunidad, San Nicolás, a la cual contaminaba y daba trabajo. La gente se
acercó al anfiteatro al aire libre que hay junto al río, en esa ciudad (¿ciudad
o poblado?, me pregunto sin intención de despectivididad). Un lugar muy lindo
por cierto. En general eran familias de trabajadores, y adolescentes en
bicicletas y ciclomotores. La película era una comedia cool y un tanto
conservadora (la familia, por sobre todo) hecha por un director joven (treinta
y pocos) y ameno, que una vez terminada la película se puso en el centro del
escenario, con algo de lógica incomodidad, y contó un poco el proceso de
creación. Pienso ahora que la elección de la película no pudo ser más acertada.
18 de abril,
2013
Bicicleta
Acabo de
enterarme que el servicio de bicicleta de la ciudad de Buenos Aires ha de ser
concesionado en un futuro cercano, por lo que dejará de ser gratuito. Cierto
alivio pues, ya que me sentía extraño compartiendo (y utilizando, tengo número
de usuario, para el cual tuve que dejar un email al cual me mandan spam del
gobierno de la Ciudad, pero ese es otro tema) un servicio piola de la
administración (término perfecto en este caso) macrista. Tenían que mostrar la
hilacha y lo hicieron. Las cosas claras, again.
Esto último,
lo digo desde mi edición actual, 3 de diciembre de 2013, no se cumplió. Digo,
el cobro de arancel por la bici. Por ahora. Aprovecho para hacer una
queja-reclamo: independientemente de Cromagnon: (duplico dos puntos) qué oportunidades dilapidadas
por el progresismo con Ánibal Ibarra en la CABA. La izquierda podría, podríamos,
reflexionar por el terreno perdido desde lo fáctico con el continuismo pusilámine
de este tipo loable, pero sin contexto o decisión propia de articulación de
cambios.